¿Qué son los Yamas?

Haz click en el botón de audio para escuchar éste artículo leído por su autor

La primera vez que escuché hablar de los yamas fue en mi formación de Hatha Raja Yoga y mi primera percepción fue: “me quieren adoctrinar, tantos años peleando para salir de la iglesia católica, de los 10 mandamientos y ahora esto”. Sin embargo, tal vez si los 10 mandamientos del cristianismo me los hubieran explicado de la manera en que voy a intentar explicar los yamas, no los hubiera visto como restricciones sino como habilitadores.

Antes de hablar de los yamas, retomemos algunos conceptos básicos. ¿Cuál es la definición de yoga? El cese de las fluctuaciones de la mente. ¿Para qué? Para dejar de sufrir y así alcanzar kaivalya, es decir, la liberación. Si dibujáramos el yoga como un árbol en donde la parte más alta de la copa es kaivalya, los yamas serían las raíces. Y como en todo árbol, si las raíces más profundas no están firmes entonces el árbol no crece o peor aún, puede tumbarse en cualquier momento. Definimos entonces a los yamas como el terreno propicio para la purificación personal. Quien desee saber más acerca de estas definiciones y conceptos puede investigar sobre los 8 miembros del ashtanga yoga.

Los yamas son 5: Ahimsa, Satya, Asteya, Aparigraha y Brahmacarya y se encuentran definidos en los Yoga Sutras de Patanjali. Todo en Patanjali está abierto a la interpretación y es por eso que nos podemos encontrar con numerosas traducciones e interpretaciones de cada uno de los yamas. Trataré de explicarlos como me los han explicado a mí que me parece una manera simple y bonita de entenderlos.

  1. Ahimsa

Ya hemos hablado de este principio en el artículo Lesiones en el yoga pero vamos a recordarlo. Ahimsa es comúnmente traducido como no violencia pero a mí me gusta más entenderlo como no fricción, pues la violencia es consecuencia de que haya habido una fricción antes. La invitación aquí es a tener conciencia de no fricción tanto con nosotros mismos como con el mundo que nos rodea. Por eso, los yoguis generalmente suelen seguir dietas vegetarianas, puesto que no se concibe alimentarse aplicando sufrimiento (fricción) a un ser animal. Ahora bien, si soy vegetariano pero por otro lado vivo con conciencia de fricción en todos los otros ámbitos de mi vida, no estoy aplicando ahimsa realmente. Revisar los hábitos, nuestras reacciones, nuestras formas de relacionarnos con otros seres humanos y el medio natural en el que vivimos son buenas prácticas para empezar a vivir con ahimsa. Y desde ya en la práctica ahimsa también debe aplicarse. No sirve de nada hacer asana llevando el cuerpo al límite y lastimándonos. No sirve de nada hacer pranayama sufriendo cada vez que me quedo sin aire sólo por aguantar dos segundos más y seguir al grupo.

  • Satya

Se traduce como verdad. En el cristianismo tenemos el famoso mandamiento de “no darás falso testimonio ni mentirás”. Y en una visión muy simplista podríamos decir que Satya nos invita a vivir sin decir mentiras. Sin embargo, vivir de una manera honesta no es sólo no decir mentiras, sino también ser honesto con uno mismo, ser coherente en lo que uno dice con cómo uno actúa, no caer en la mentira de que uno por haber nacido en X o Y lugar es superior a otras personas, entre otros. En resumidas cuentas, Satya es el yama de la sensatez.

  • Asteya

Se ha traducido como no robar pero es interesante entenderlo desde un punto de vista más amplio para poder sacarle todo el jugo a este principio. No robar no es solamente físico desde ya. Podría ser no robar una idea, no apropiarse de un conocimiento o de un crédito de otra persona, del tiempo o de la energía del otro, etc. Podríamos resumirlo como mantener el respeto, convivir en un ambiente de consideración mutua.

  •   Aparigraha

Es la no codicia y no avaricia. Cuánto tiempo y energía derrochamos envidiando lo que tiene el otro, ya sea físico o sutil. Y lo único que logramos es sentirnos tristes o frustrados. Amamos ver el vaso medio vacío enfocándonos en lo que nos falta y no agradeciendo lo afortunados que somos en tener lo que tenemos. No sabemos muchas veces valorar lo sutil y tapamos carencias emocionales con apartamentos, carros y bolsas de ropa nueva. En fin, vivimos en un mundo capitalista y a veces salirse de la matriz es muy difícil, pero cada tanto es importante hacer este ejercicio de revisar lo que tenemos y agradecer en lugar de codiciar lo que no tenemos. Aprovecha los momentos finales de cada meditación para hacerlo.

  • Brahmacarya

Éste es uno de mis favoritos por la amplitud de interpretación que tiene. Se ha traducido como celibato o control del deseo al placer sexual. Pero si nos quedamos sólo con el sexo es porque no entendimos nada. Me gusta acercarme a este principio como el control del deseo inmediato o impulsivo en pos de algo mejor que vendrá después. Y claro que puede aplicarse al sexo pero también a muchas otras cosas más. Cuántas veces actuamos impulsivamente y luego nos arrepentimos porque de haber sido  pacientes hubiéramos conseguido algo mejor. Para salirnos del ámbito sexual, veámoslo en un ejemplo con la comida que siempre cita mi maestro. Supongamos que estamos en el trabajo y nos agarra un deseo incontrolable de comer algo. Salimos a la calle y vemos un Dunkin Donuts. Se nos empieza a hacer agua la boca con sólo pensar en la dona llena de azúcares y grasas que, si bien sabemos que no nos va a hacer bien al cuerpo, nos relamemos igual. Aplicamos brahmacarya y decimos “no, estoy actuando impulsivamente, algo mejor va a aparecer”. En la cuadra siguiente vemos un almacén fancy de productos naturales y nos tentamos con unas galletas de avena y frutos secos. Cuando estamos por pagar, justo aparece un humilde vendedor ambulante con mangos en su carrito. Aplicamos nuevamente brahmacarya y finalmente saciamos esa hambre voraz con un mango delicioso, sano y natural al mismo tiempo que ayudamos al vendedor y a su hijo para comprar la comida de esa noche. Nos sentimos satisfechos, ligeros y con la conciencia feliz de haber ayudado a alguien que lo necesita. Señoras y señores, eso es brahmacarya: control del del deseo impulsivo en pos de algo mejor.

Ahora que conoces los yamas de una manera un poco más amplia y detallada, te invitamos a aplicarlos en pequeñas acciones en tu día a día, pues de esa manera estarás librando la tierra de impurezas sobre la cual irá creciendo tu árbol.

Autor: Alejo Fernandez
Profesor de teatro musical y yoga, Co-fundador de @somoscast

¿Quieres hacer un comentario?

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *